CATEQUESIS

BREVE APROXIMACIÓN AL

ORATORIO DE NIÑOS PEQUEÑOS

El nacimiento y desarrollo del Oratorio de Niños Pequeños

 Nace en continuidad y repristinación del marco pastoral de San José de Calasanz, “el primer santo pedagogo y el primer pedagogo santo”.

Operativamente germina en un grupito de pobres niños de una parroquia rural bajo el misterio de la Visitación, en Real de Gandía; posteriormente se desarrolla desde 1989 en las Escuelas Pías de San Joaquín de Valencia; y de ahí salta a toda la Familia Calasancia y a la Iglesia “católica” en numerosas instituciones educativas y parroquiales de muchas naciones… Es don de la Iglesia para la Iglesia, mediado ahora por la recién nacida Congregación de Cooperatores Veritatis de la Madre de Dios.

Desde su origen son los mismos niños desde 4-5 años hasta 12, en el Espíritu Santo, quienes van diseñando, semana tras semana, el itinerario de su experiencia de “encuentros con Jesús Vivo hoy para siempre”, en una verdadera novedad pedagógico-espiritual… María y Calasanz son los “epíscopos y animadores” del Oratorio…

Juan Pablo II bendijo personalmente el ONP el jueves del Buen Pastor (11 de mayo de 1995)…Y ratificó esta bendición en una de sus últimas audiencias de los miércoles, el 19 de enero de 2005, al acoger algunos de los materiales publicados del Oratorio.

El nuevo Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización lo ha conocido y bendecido con ocasión de su primer congreso de “Nuevos Evangelizadores para la Nueva Evangelización” (Roma 15-16.X.2011).

El Papa Francisco lo ha bendecido expresamente en un breve encuentro con él, con ocasión de su audiencia general en la Plaza de San Pedro el día 11 de diciembre de 2013.

El ORATORIO, si se nos pidiera definirlo, diríamos que es “un encuentro con Jesús, vivo en sus Presencias, que lleva a los niños, en el Espíritu, al conocimiento y experiencia de Dios Padre, en una dinámica de grupo reducido, a modo de “pequeña Iglesia” y de “familia nueva”, en torno a la Palabra, bajo la protección de María, con la guía de Calasanz”. Pero más allá de reuniones, itinerarios, materiales, etc., es esencialmente un lugar y experiencia donde el niño recibe cada día la bendición del Padre, mediada ante todo por Jesús y su Palabra, y por nuestras actitudes de amor, bendición y paciencia, que hacen presente a Jesús acogiendo, bendiciendo e imponiendo sus manos (cf. Mc 10,14-15; ICo 12,31-13,8; Ga 5,22-23).

Definimos la experiencia de la oración en el Oratorio de Niños Pequeños como “diálogo amoroso de dos presencias o dos presentes”. Jesús viene, está allí esperándonos: “Dejad que los niños se acerquen a Mí…”. Llevamos a los niños ante El, con la fe y el amor. Y les dejamos: El y ellos se entienden entre sí, se miran, se hablan, se quieren, están a gusto, cantan, se abren a la vida… Jesús, bajo las diversas formas de su presencia, es “presentado” a los niños; éstos, ayudados a estar “presentes a sí mismos y a Jesús en sus presencias”, se relacionan con Él; escuchan, conocen, acogen su amor… para hablar, donarse y entregarse amorosamente a Él.

Como este Jesús envuelve y penetra todos los espacios y todos los minutos de la vida del niño y suscita la respuesta de todas las capacidades recibidas del niño, lleva a éste a un desarrollo global y uno de todo su ser. Así Jesús, por el Espíritu, se hace el verdadero Maestro, Animador y Fuente de todo el crecimiento humano.

“No hay transmisión de la Fe sino en la transmisión del Amor”: Pedagogía del Amor y de la Bendición

Vivimos en la “Pedagogía de la Bendición”, la única válida para el crecer de los niños: Todo se juega en el Amor, en la Paciencia, en la Bendición y en la Esperanza. “No hay transmisión de la Fe si no hay transmisión del Amor”

“Y así los puso Dios en la Iglesia … como didáscalos… Si no tengo amor, nada”.

En qué consiste el Amor:

  1. Todo se juega en el Amor y en la Bendición: son los verdaderos preámbulos de la fe, sin los que ésta no arraiga ni se hace creíble la palabra y la acción evangelizadoras. Es imprescindible suplicar de lo alto que se nos concedan la verdadera Caridad de Jesús y los Sentimientos del Espíritu Santo, reproduciendo-encarnando en nuestras relaciones con los niños:

+ el más excelente “camino” (odòn, viam), según Pablo en I Co 12,31-13,8: amor paciente y bondadoso, sin envidia ni orgullo ni jactancia, decoroso, que no busca su interés, ni se irrita, ni toma en cuenta el mal, ni se alegra de la injusticia, sino que se alegra con la verdad: todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, no se acaba nunca…

+ y los “frutos” del Espíritu (Ga 5,22), gracias a la vida en Él: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí mismo…

  1. La bendición del Padre, mediada ante todo por Jesús y su Palabra, y por nuestras actitudes de amor, bendición y paciencia, que hacen presente a Jesús acogiendo, bendiciendo e imponiendo sus manos (cf. Mc 10,14-15; ICo 12,31-13,8; Ga 5,22-23).

La transmisión de la fe a los niños nace del Amor y se juega en la transmisión del Amor, con actitudes, gestos y palabras: la caridad, los frutos del Espíritu, la “bendición” como verdad del ser y de su relación con el otro y como única pedagogía reflejo del Padre Creador y Redentor.

Evidencias pastorales y teológicas

urgidas de la experiencia del Oratorio

++ El niño está perfectamente capacitado, por naturaleza y gracia en el Espíritu que todo lo llena (Sap 1,7), para la relación teologal, “sobrenatural-connatural”, “mística”; cuanto más pequeño, mayor apertura y conexión a/con el Misterio de Dios, alto y profundo, ancho e inabarcable…

++ Una primacía o prioridad pedagógica y antropológica se nos ha confirmado también: que el desarrollo humano integral de los niños, de la persona en cuanto relación de amor, tiene su alma y fundamento en sus primeras relaciones “sensibles y espirituales” de amor con Jesús en el Espíritu Santo y, por Él, con el Padre, con los hombres y con la creación..

++ Es posible el encuentro teologal de AMOR de los niños con Jesús desde la más tiernísima infancia.

Hay una connaturalidad en el niño, desde que nace, para una relación verdadera con Jesús Resucitado.

La mayor y más acuciante exigencia y sensibilidad del niño, desde que nace, es el Amor. El Amor es Dios. Presentarle el Dios Amor en Jesús es el verdadero don que estructura su personalidad y alienta su crecimiento. Por “fidelidad evangelizadora al niño”, a su sensibilidad natural, lo acercamos a Jesús, al Cristo total (sin reducir ni infantilizar la Persona de Jesús como LF mensaje / AMOR FIABLE LF 15-17).

++ Cuanto más pequeño tanto más preparado está para recibir el Reino de Dios en la anchura, altura, profundidad de su Misterio, de sus más grandes misterios.

El kerigma para los niños es Jesús-Emmanuel-Buen Pastor Resucitado, anunciado presente por la Palabra y el Testimonio (de sus catequistas) y acogido-vivido por la Fe y el Testimonio interior del Espíritu (en él).

++ El Amor se da siempre como experiencia “sensible” y “espiritual”

El niño vive de Jesús en experiencias concretas de vida, de amor, de camino, más que de transmisiones intelectuales.

Jesús, el Verbo de Dios hecho hombre, el Amor de Dios incontenible hecho cuerpo y gesto finitos, ha entrado en la limitación de lo sensible y así responde a la sed de infinitud y perfección del amor que el niño vive como su más verdadera sensibilidad y exigencia.

La experiencia de fe de los niños tiene su soporte humano en las presencias sensibles de Jesús (Jesús aparece, mira, toca, habla, se hace alimento y es visto, tocado, escuchado, sentido, gustado, por cada niño) y en las actitudes de paciencia y caridad del testigo de la fe que evangeliza.

++ Se nos han confirmado estas y otras condiciones como necesarias para la transmisión de la fe y del amor

EL ITINERARIO DE LAS PRESENCIAS DE JESÚS:

Una novedad metodológica

El Oratorio arrancó, en su primerísima y primordial Reunión, de Jesús presente en el Libro, en las Escrituras. El deseo de los niños de que Jesús, “que está en el cielo”, aparezca entre nosotros queda colmado por el Libro: “es Jesús, que vive aquí dentro, y habla Palabras de Vida”. Este Jesús-Libro es visto por los niños, y escuchado, y besado, y abrazado… y entra en el corazón y la mente por la Palabra acogida y aprendida… y reaparece en los labios por la Palabra que el niño, con gran alegría y fidelidad, proclama y susurra de memoria… El Oratorio nace de la Palabra y se congrega siempre en torno a la Palabra… Después de esta Reunión, Jesús siguió apareciéndose con “figuras o formas” diferentes y con actuaciones específicas según cada Palabra, en una preciosa secuencia cronológica, hasta llenar todos los espacios vitales del niño; éste empieza a vivir como sumergido en el océano de Amor que es Jesús omnipresente, al mismo tiempo que se siente habitado por Él.

Este Jesús Resucitado “con un cuerpo nuevo, un cuerpo espiritual” abre al niño, por los sentidos, a captar lo que hay de sensible, sacramental, en cada presencia Suya; y, por el Espíritu y la fe, a confesar su cercanía amorosa y vivificante, hasta ser llevado a la profunda, humilde y gozosa adoración de Tomás: “Señor mío y Dios mío” o a la exultante profesión de fe y amor de Juan y Pedro: “¡Es el Señor!”

Estas PRESENCIAS, sistematizadas en sus diversos ámbitos, son:

  1. a) En lo que mal llamaríamos “ámbito sacral”… Jesús está vivo en la Palabra, en la Oración y el Canto, en el Sagrario y en la Eucaristía, en el Presbítero, en la Reunión y pequeña Asamblea litúrgica que se va constituyendo “al estar Jesús en medio…” ¡Es el Amor en la intimidad del hogar sagrado, sacramento del cielo, del banquete eterno!
  1. b) Pero también Jesús habita en su corazón, su persona… y el Espíritu Santo, la Trinidad entera, hacen morada en el niño, hasta en su “cuerpo templo”: ¡nueva experiencia de amor de Dios, de amor a sí, de amor a un Dios personal Padre-Hijo-Espíritu Consolador!
  1. c) La familia, llamada a ser icono de la Familia de Nazaret, es presencia de Jesús también, especialmente en el niño-hijo, en quien quiere tomar forma, para recorrer de nuevo el bello itinerario plenificador del hombre “creciendo en estatura, en gracia y sabiduría ante Dios y ante los hombres”. Estas relaciones de fe y de encuentro del niño con Jesús en su realidad humana básica, son generadoras de vida y costumbres nuevas: ¡Familia, icono de la Trinidad y su amor, lugar del nuevo amor, de nuevas relaciones teologales-divinas! La oración, pues, se va convirtiendo en corazón de educación y novedad humana y familiar.
  1. d) El Oratorio supera los límites de la capilla… y del individuo… y de la familia… Porque nuestros niños son llevados al encuentro de Jesús en sus “hermanos más pequeños”, en los pobres y necesitados de amor, en cada niño, en cada prójimo, en toda criatura, en la propia historia y la de la humanidad… Son iniciados a ver al Señor por todas partes: gritando, en su lago de Tiberíades, “¡Es el Señor”; y lanzándose como Pedro al diálogo de amor “¡Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo!”.

Descripción “desde fuera”

Grupos de 12-15, al menos 2 animadores o catequistas

Una reunión semanal, al menos, a lo largo de todo el curso

+ Itinerarios diferentes y procesuales para cada curso desde 5 años (Infantil 3º)

+ Transmisiones de la experiencia del Oratorio

Lugar de la Reunión o asamblea con nueva estética (puerta de la belleza del Misterio Redentor)

Materiales publicados de uso interno

Diversas experiencias del Oratorio: niños + catequistas animadores + padres + educadores

REUNIÓN SEMANAL

+ Cada curso recoge, en su itinerario, todas las reuniones “acontecidas” y “re-vividas”, semana tras semana.

+ Cada reunión es un encuentro personal con Jesús en diálogo mutuo de amor.

Y el camino espiritual de la misma se desarrolla en tres momentos:

  1. ORACIÓN DEL CORAZÓN (Memoria del encuentro anterior y de las presencias y recuerdos de Jesús; oración del corazón; canto meditativo)
  2. ORAR LA PALABRA (Introducción a la Palabra; proclamación-escucha; comentario con/por los niños; versículo clave; aplicación a la vida; meditación/canto)
  3. UN SOLO CORAZÓN, UNA SOLA VOZ (Oraciones en común; Shemâ – Padrenuestro – María)

A esto se añade el inicio-entrada y el final-despedida de la Reunión. Y tenemos ya completo su esquema y desarrollo.

De esta manera sencilla, en una fusión de espera, Palabra, silencio, gesto, canto, oración, adoración, etc., se hace presente Jesús, Verbo hecho Carne , que se digna visitar a los niños, “para abrazarles, bendecirles e imponerles sus manos”. Y así, el Oratorio ha ido configurándose como una experiencia de encuentro de los niños con Jesús, que les conduce a su Padre, en el Espíritu, de la mano de María, en la Iglesia.

Cada momento se prepara, se vive, se sella con un canto

+ Cada reunión se define y distingue por la Gracia que se suplica y por la Palabra que se vive.

+ De cada reunión se llevan en el corazón y la memoria: un versículo del evangelio (y, en algunos casos, una formulación teológica-catequética)

+ Todo ello no es más que el soporte sensible y estructural para la experiencia de encuentro interior con Jesús Resucitado en el marco de la Reunión, para prolongarse después -según la providencia del Espíritu- en el encuentro personal con Él en los acontecimientos de cada día.

+ La Reunión, laboratorio de relaciones teologales que pasan a la vida cotidiana

Guía-Núcleos de la Reunión

Contemplación del Misterio, Gracia de la Reunión, Preparación previa

  1. Entrada y distribución
  1. Oración inicial
  2. ORACIÓN DEL CORAZÓN
  3. Memoria del encuentro anterior y de las presencias y recuerdos de Jesús
  4. Oración del corazón
  5. Canto meditativo

ORAR LA PALABRA

  1. Introducción a la Palabra
  2. Proclamación-escucha de la Palabra
  3. Comentario de la Palabra
  4. Versículo clave
  5. Aplicación a la vida
  6. Meditación / Canto

UN SOLO CORAZÓN, UNA SOLA VOZ

  1. Oraciones en común
  2. Shemâ-Padrenuestro-María
  3. Bendición
  4. Canto final
  5. Despedida y salida

Concordancia del itinerario espiritual del Oratorio de Niños Pequeños con los itinerarios catequéticos de los Catecismos de la CEE

Las Reuniones del Oratorio y sus contenidos experienciales se podrían agrupar por núcleos catequético-espirituales, y en ellos ubicar las diferentes dimensiones de la fe que propician.

El itinerario temático, de Palabras, del Oratorio es bien sencillo. El itinerario de cada grado o curso tiene sus cumbres en los Misterios del Año Litúrgico (Navidad y Pascua), que vivimos en la aplicación personal que supone el “hodie” de la Liturgia. Pero se implementa con diversos núcleos espirituales, además de las Presencias de Jesús.

En síntesis, los más significativos -paralelamente al Credo- serían los siguientes:

Las Presencias de Jesús

Las Formas de Oración

Iniciación a la lectura meditada y orante del Evangelio

La Paternidad de Dios y el misterio de la Trinidad

La Creación

El hombre, criatura e hijo de Dios (dignidad, desarrollo, cuerpo…)

Los Misterio del Señor -Encarnación, Resurrección- (en la Liturgia y en la propia Vida y en la Historia)

La Familia de Nazaret

La Historia de la Salvación en la Historia personal: es Jesús quien vive en mí

María (presente en todos los núcleos)

El Espíritu Santo

La Iglesia (nueva familia en Jesús, experienciada en el Oratorio)

Los Sacramentos

La Eucaristía síntesis-cumbre-fuente de todas las presencias

Estos núcleos se entrecruzan y se desarrollan en el itinerario de todos los cursos; y, en cada uno de ellos, según el momento, necesidades y madurez del niño. Hasta configurarse un proceso espiritual y catequético, que tiene una gran unidad y armonía, y que va diseñando cada vez con más claridad una iniciación en la experiencia del Misterio de la Trinidad, revelada y hecha cercana por Jesús en el Espíritu dentro de la Iglesia.

Hay otros contenidos catequéticos (litúrgicos, sacramentales, morales) que no se explanan en los itinerarios del Oratorio… Éste no pretende suplir la catequesis, aunque esencialmente la contiene y supera; y experiencialmente la anima: la oración es el alma de la catequesis. Cuando tenemos que hablar de catequesis, animamos a plantear una catequesis orante, incluso con el mismo esquema de la reunión de Oratorio.

la parroquia de Buenavista