EL MAL DE LA PANDEMIA NOS TRAE UN BIEN: SOY IGLESIA

El cierre obligado tanto de los templos como de la actividad parroquial ha puesto en marcha muchas iniciativas personales. No deja de ser muy triste y doloroso el ayuno de los sacramentos. Pero la situación nos enseña que, más allá de los sacerdotes, la Iglesia existe. La gracia de Dios sigue actuando. Cada fiel cristiano es un templo vivo y donde hay un bautizado está la Iglesia y está Cristo. La cuarentena debe ayudarnos a crecer en la oración personal e íntima, la lectura de la palabra de Dios, el rezo familiar, la invocación de María en el rosario…

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