LUNES 2 PASCUA

EL MAL DE LA PANDEMIA NOS TRAE UN BIEN: FAMILIA

El confinamiento impuesto, que lleva más de un mes y lo que nos queda,  es un lujo para poder disfrutar de la familia y de profundizar en las relaciones familiares. Sin embargo, no se puede ocultar que tanto tiempo juntos en los límites de unos metros cuadrados hacen florecer dificultades de convivencia. Qué oportuno es volver a las 3 palabras que el papa Francisco consideraba necesarias para vivir bien en la familia: permiso, gracias y perdón.

“La primera palabra es “¿permiso?”… entrar en la vida del otro, incluso cuando es parte de nuestra vida, necesita la delicadeza de una actitud no invasiva, que renueva la confianza y el respeto. La confianza, en fin, no autoriza a dar todo por cierto… La segunda palabra es “gracias”… Debemos hacernos intransigentes sobre la educación a la gratitud, al reconocimiento: la dignidad de la persona y la justicia social pasan ambas por aquí… La gratitud, luego, para un creyente, está en el corazón mismo de la fe: un cristiano que no sabe agradecer es uno que ha olvidado la lengua de Dios…. La gratitud es una planta que crece solamente en la tierra de las almas nobles… La tercera palabra es “perdón”. Palabra difícil, cierto, sin embargo tan necesaria. Cuando falta, pequeñas grietas se ensanchan hasta transformarse en fosos profundos… Reconocer de haber faltado y ser deseosos de restituir lo que se ha quitado – respeto, sinceridad, amor – nos hace dignos del perdón. Y así se detiene la infección. Si no somos capaces de disculparnos, quiere decir que ni siquiera somos capaces de perdonar. En la casa donde no se pide perdón comienza a faltar el aire, las aguas se vuelven estancadas. Tantas heridas de los afectos, tantas laceraciones en las familias comienzan con la perdida de esta palabra preciosa “discúlpame”… Pero les doy un consejo: nunca terminen la jornada sin hacer las paces”. (catequesis mayo 2015)

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