DOMINGO 3 PASCUA

EL MAL DE LA PANDEMIA NOS TRAE UN BIEN: IGLESIA DOMÉSTICA

Los antiguos hablaban de tres altares en el matrimonio cristiano. San Juan Crisóstomo (patriarca de Constantinopla, considerado por la Iglesia uno de los cuatro grandes Padres del Oriente), en el siglo IV, fue el primero que habló de la familia como una “pequeña iglesia” y recomendaba a los casados hacer de su hogar una “iglesia doméstica”.

El primer altar es el de la comunidad cristiana donde se nos sirve el pan de la palabra de Dios y de la eucaristía. También es el de la oración familiar según nuestro santo: “Junto a la lectura de la Sagrada Escritura es necesario también rezar juntos: donde algunos se reúnen en la oración y en el canto de los salmos, se puede llamar a esta reunión verdaderamente Iglesia

El segundo altar es la mesa familiar donde se comparten los alimentos, donde la familia da gracias a Dios por la comida, donde se comunican las vivencias y se transmite la sabiduría y la fe de padres a hijos. “No puedes hablar a una gran multitud, pero puedes ayudar a tus hijos a tener una mente más sana”, decía Crisóstomo.

El tercer altar es el tálamo nupcial, es decir, la cama matrimonial. No es para menos porque es lugar donde Cristo se entrega a su esposa la Iglesia a través de los esposos. Es un lugar sagrado.

Esta realidad “sacramental” reclama una estética cuidada y esmerada. El marco exterior, los signos, favorecen o desprecian la santidad de los “altares”. Por eso y a modo de conclusiones:

1. Reza y lee la Biblia con tus hijos en casa. Pero no te cierres en tu pequeña iglesia y reúnete con la Comunidad más grande.

2.- Comed la familia junta, todos los días y en una mesa bien dispuesta y hermosa.

3.- Valora y haz respetar el lugar santo del tálamo nupcial donde se da la bendita entrega esponsal y la santa  transmisión de la vida.

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