EL MAL DE LA PANDEMIA NOS TRAE UN BIEN : SIMPLICIDAD

No tenemos tiempo para nada. Como hormigas corremos de un lado a otro con la lengua fuera. Vivimos acelerados como en un mal sueño donde nunca alcanzamos la meta. Y, de repente, se detuvo el mundo, nuestro mundo. Se ha hecho silencio y se ha parado en medio del mar el barco en el que viajamos. Y ahora nos encontramos en casa con tiempo para todo. Y hemos dejado en el suelo la mochila llena de trastos que hacían cansado nuestro caminar. ¡Cómo nos hemos complicado la vida! Habrá que aprender de nuevo a andar; desempolvar viejas creencias que hablaban en esencia sobre la simplicidad. En el Evangelio encontramos unas palabras reconfortantes y clarificadoras de Jesús: “no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?”(Mateo 6, 25-30).

Deja una respuesta