Archivo de la categoría: Uncategorized

COMUNIÓN ESPIRITUAL

En situaciones extraordinarias, como la emergencia del coronavirus, donde se hace imposible participar en la Eucaristía la Iglesia nos invita a la comunión espiritual. Pero, ¿qué es?  Es un momento de oración en el que se expresa a Jesucristo que deseamos recibirlo en el corazón.

En cualquier lugar y situación el creyente se puede encontrar con Dios y sentir la unión, la comunión. El deseo va unido de una disposición interior con la que, en medio de nuestro silencio, la presencia de Dios puede habitar nuestra intimidad.

No hay fórmulas estipuladas pero ofrecemos la oración que usaban muchos santos. Hay que ponerse en un silencio orante; tomar conciencia de querer estar en comunión con Cristo y con los demás; y dirigirle al Señor la siguiente plegaria.

EL MAL DE LA PANDEMIA NOS TRAE UN BIEN: SABIDURÍA

Enseña un proverbio chino: “todos los hombres son sabios; unos antes, los otros, después”. Teníamos todo para ser felices y no lo sabíamos. ¿Le preocupa ahora al común de los mortales las vacaciones del verano, las consecuencias del brexit, la independencia de Cataluña, cuando empiezan las rebajas o si viene una borrasca por el Atlántico? Gracias a esta peste se ha relativizado lo que era relativo y ha dejado de tener importancia lo que no era importante. Jesús se lo dijo a Marta en su propia casa: “te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola”(Lucas 10, 38-42).

EL MAL DE LA PANDEMIA NOS TRAE UN BIEN: CARIDAD

En el sufrimiento nos hacemos más fraternos y solidarios. La mirada se vuelve al que está más débil o dependiente. Alguien decía: “Yo lloraba porque no tenía zapatos hasta que conocí a alguien que no tenía pies”. La epidemia nos ha agudizado la percepción de las necesidades del prójimo. Sufrimos como propio el mal y la angustia de los otros. Jesús lo había profetizado: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

EL MAL DE LA PANDEMIA NOS TRAE UN BIEN: FE

Reconozcamos que llevábamos mucho tiempo mirándonos el ombligo. El Universo parecía pivotar sobre nosotros. Y tan orgullosos que estábamos hasta que ha venido este invasor que se ha infiltrado entre nosotros, nos ataca sigilosamente y no lo podemos detectar. Guerra desigual. Mira por dónde volvemos a creer en lo que no se ve. Ocupadas nuestras defensas en la lucha contra el mal invisible, ahora somos libres para invocar al Bien invisible que no es una idea sino una Persona.

Cada mañana la primera oración de la Comunidad Cristiana es el salmo 94 que canta: “Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis el corazón”.

EL MAL DE LA PANDEMIA NOS TRAE UN BIEN: LUZ

Hoy es un día único. Estamos redescubriendo lo frágil que es nuestra vida, lo fácil que es enfermar, lo simple que es morir. Y, por eso, se abren los ojos para ver que cada día es un milagro. Disfruta y aprovecha el hoy con inteligencia y amor. La sabiduría de Salomón nos enseña en un proverbio: “Para el desdichado todos los días son malos, pero el corazón feliz siempre está de fiesta”.

HOY PUEDE SER UN BUEN DÍA PARA EMPEZAR



Estos días aplaudimos agradecidos al personal sanitario. ¡MERECIDO!

Ayer he ido al supermercado. Esperando en la cola para pagar, observaba como trabajaba con agilidad la cajera enfundada en su mascarilla (¡qué sofoco trabajar así!) y sus guantes de latex. Tiempo para pensar. Cuanto bien está haciendo esta chica a personas anónimas que entramos al supermercado por necesidad. Ahí está hora tras hora con el miedo siempre en el cuerpo. No lo paga el sueldo. Lo mismo la chica de la frutería o el chico que me atendió en la carnicería. ¿y los reponedores? ¡Qué haríamos sin ellos! Gracias a los transportistas que abastecen el supermercado, la farmacia o la panadería, entre otros. Gracias al agricultor y al ganadero que siguen trabajando de sol a sol para que podamos comer.

Os propongo que cada vez que nos sentemos a la mesa demos gracias a Dios por todos y cada uno de ellos. Si tenéis niños, dejad que los enumeren ellos.

Y también os animo a que cada vez que nos atiendan en un mostrador demos las gracias mirando a los ojos. No es propina es deuda.



DOMINGO 4º CUARESMA

Hoy es domingo. Celebraré la misa parroquial a puerta cerrada con un puñado de feligreses y siguiendo las estrictas medidas sanitarias.

Es verdad de fe que la celebración de la eucaristía es un momento privilegiado donde se unen la Iglesia peregrina en este mundo con la iglesia celeste y la iglesia purgante. Hoy nos sentimos más cerca que nunca de esta última: aquellos hermanos que viendo la luz aún no pueden disfrutar de ella.

Hoy se ilumina la verdad que rezamos en el Credo: la Comunión de los Santos. Invocamos a nuestros hermanos del Cielo para que intercedan por nosotros, nos sentimos solidarios de los hermanos en estado de purificación que sufren en la espera de una plena sanación y rezamos por los hermanos que no habéis podido venir a la eucaristía que celebramos.

Hoy en el altar no estaré solo.

JLP

CONVIRTAMOS LA CRISIS EN OPORTUNIDAD

Hermanos:
Estamos en cuarentena nacional debido al peligro de expansión del coronavirus. Eso hace que no podamos volver a reunirnos en mucho tiempo.
Los cristianos tenemos la certeza, por la Historia de la Salvación, que toda situación de crisis es un momento de gracia providencial.
Es posible que, sin saberlo, el Señor nos estaba preparando para este momento. En este desierto de Cuaresma tenemos la oportunidad de vivir las obras de amor gracias a la situación social. Podemos encontrarnos con vecinos en situación de riesgo por ser mayores o tener enfermedades crónicas que no pueden salir de casa. Es una llamada para ponernos en disposición de servir al necesitado.
Propongo a los que os sintáis con fuerzas, que pongáis un cartel en el portal ofreciéndoos para ayudar a quien lo necesite, de forma gratuita. Y si os piden razón de lo que hacéis, será la ocasión para dar vuestro testimonio de fe. También podéis animar a otros a hacerlo para ir creando una gran red de fraternidad.
Hemos hecho un modelo de cartel al que sólo tenéis que incorporar vuestro piso y vuestro teléfono y nombre.
Recordad las normas a cumplir extremando las medidas de higiene y seguridad: distancia de seguridad entre personas de al menos un metro a fin de evitar posibles contagios; evitar todo contacto físico; evitar tocarse los ojos, la nariz o la boca; al toser o estornudar, cubrirse la boca y la nariz con el codo flexionado o con un pañuelo; usar guantes desechables y mascarilla si se dispone; evita coger las bolsas por las asas; entregar las compras en la puerta de casa; lavabo de manos con jabón.
Gracias sean dadas a Dios que siempre nos precede y nos sorprende en los acontecimientos de la vida diaria para poder participar del amor de Cristo que no ha venido a ser servido sino a servir.

Oviedo, 16 marzo 2020.

José Luis Pascual
Párroco de los Santos Apóstoles

Domingo 15: Primer día de la cuarentena

Son las 20,10 del 15 marzo 2020, primer día de la cuarentena Nacional. Acabo de celebrar a puerta cerrada la santa misa en el altar de las parroquia de los santos apóstoles. No estaba solo: además de la iglesia del Cielo estabais todos los fieles y bienhechores de la parroquia por lo que he rezado. También he puesto en el altar a vuestra familia y especialmente a los enfermos y los que más sufren de nuestra parroquia.
Celebrar en la soledad física con las puertas cerradas de las iglesias me hizo sentir muy cerca del cardenal Thuan(en proceso de beatificación) que pasó 13 años en la cárcel comunista de Corea del norte, celebrando solo en la celda, a escondidas. “Cuando me arrestaron, tuve que marcharme enseguida, con las manos vacías. Al día siguiente me permitieron escribir a los míos para pedir lo más necesario: ropa y pasta de dientes. Les dije que me enviaran un poco de vino como medicina contra el dolor de estómago. Los fieles comprendieron enseguida”, contó en una ocasión el Obispo.

Los feligreses le enviaron una botellita de vino de Misa, con una etiqueta para el “dolor de estómago” y las hostias escondidas en una antorcha contra la humedad.

“Nunca podré expresar mi gran alegría: diariamente, con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de la mano, celebré la Misa. ¡Éste era mi altar y ésta era mi catedral! Era la verdadera medicina del alma y del cuerpo: medicina de inmortalidad, remedio para no morir, sino para vivir siempre en Jesucristo, como dice Ignacio de Antioquía”,
“Cada día, al recitar las palabras de la consagración, confirmaba con todo el corazón y con toda el alma un nuevo pacto, un pacto eterno entre Jesús y yo, mediante su sangre mezclada con la mía. ¡Han sido las Misas más hermosas de mi vida!”.
Os deseo una buena y santa semana.